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En Colombia ya casi no queda rastro del realismo mágico, como si la guerrilla, o los paramilitares, o los narcos, o el ejército o cualquiera de los diversos grupos armados que pueblan el territorio hubieran exterminado esta corriente a tiros. Y como si, además, para que no quedara duda de su poder, se hubieran infiltrado ellos mismos en los argumentos de las nuevas novelas. Así, la violencia - en sus múltiples formas-es el rasgo común a los escritores que hoy cuentan en este país. Leer nota
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