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Belgrano y Tacuarí. En la puerta del bar San Martín, una fotocopia pegada sobre el vidrio anuncia el menú del día: entraña con papas españolas. El encargado del lugar desconoce que el 24 de agosto sea el Día del Lector y no cree que nadie, más allá de los oficinistas que pueblan el bar habitualmente, vaya a recitar poesía espontáneamente. Pero se equivoca.Cuando falta poco para las cuatro de la tarde llega Lili Meier. Se anuncia como "narradora oral" y después de unos instantes de indecisión, se acomoda contra una de las paredes decoradas con el fileteado porteño. Ella forma parte de los "cuentacuentos" que en el Día del Lector -en homenaje a los 110 años del nacimiento de Jorge Luis Borges y por iniciativa del Ministerio de Cultura porteño- ayer recorrieron cafés de la Capital para leer un cuento o recitar una poesía.
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