"Dale, metele pata", le dijeron cuando propuso el proyecto en la editorial. A partir de allí siguió un relevamiento exhaustivo de las paredes pintadas con imágenes de carácter artístico o al menos expresivo en los barrios de Buenos Aires. La autora Rosa Gómez Aquino llegó a acumular así cientos de fotos, que fue depurando poco a poco, hasta quedarse con las paredes mejor trabajadas y optar incluso por descartar algunos lenguajes del más rancio arte urbano, como los graffitis y los esténcils. Ni hablar de las pintaditas facilongas ni tampoco de stickers y pósters.
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