“Infinito.” De todas las respuestas que Jirí Srnec hijo concede vía mail a Página/12, a horas de que la compañía original de Teatro Negro arribe a Buenos Aires, la más breve es aquella en la que más hubiese podido explayarse. La pregunta intentaba ahondar en el lugar que les cabe a la fantasía y a lo onírico en la técnica que creó su padre en 1961, en Praga. Será cuestión, entonces, de abrir las puertas de la percepción cuando se esté frente a objetos fluorescentes que flotan en un escenario negro, manejados por cuerpos invisibles, lo cual es posible por la tecnología de la luz ultravioleta.
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EL ARTE ES VIDA, QUE MEJOR HACERLO ATRAVEZ DEL TEATRO, MEJOR AUN SI ES EL TEATRO NEGRO,ES UNA MANIFESTACION, SI PODRIAMOS LLAMARLE TRIDIMENCIONAL, DONDE LA FANTASIA CREADORA Y EL PODER DE LA IMAGINACION ESTAN MAS ALLA DE LO NORMAL.
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