Para bien o para mal, es imposible disponerse a la contemplación de cualquier manifestación artística (dando por descontado que el cine muchas veces lo es) obviando la experiencia previa, las simpatías estéticas o las afinidades ideológicas. Por eso la cosa se pone difícil cuando se trata de decir algo sobre un trabajo del que participan tantos amigos de la casa. Y sobre todo si “la casa” es apenas uno y “amigos” sólo involucra diferentes clases y grados de cariño por tipos con los que no se tiene relación alguna, más que la que surge entre artista y espectador.
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