El 5 de agosto, los mineros bajaron a las 9.30 y fueron directo al refugio a dejar sus remeras. Los más precavidos habían ido con pantalones cortos para bancar el calor. Los camiones ya circulaban. Mario Gómez, el minero más viejo, que siempre llevaba la delantera en el retiro de mineral con su camión, ese día se quedó sin combustible. Su amigo Raúl Villegas se había abastecido la noche anterior e iba adelante porque no perdió tiempo en la recarga. Cuando se cruzaron a mitad de la mina, Villegas subiendo y Gómez bajando, hubo bromas y charla ventana a ventana.
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