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Quien haya tenido oportunidad de ver algún documental de Keith Jarrett conocerá la parquedad monosilábica del pianista estadounidense; sin embargo, en la instancia escrita o monológica de las notas que acompañan sus grabaciones, son muchas las veces que el músico se aventura en detalladas confesiones: pueden ser las dramáticas alternativas de una improvisación solista en vivo, los achaques de salud de él mismo y de sus eventuales compañeros de grabación, o la experiencia de un concierto en Londres a pocos días de haber sido abandonado por su mujer Rose Anne tras 30 años de matrimonio, entre otras cosas.
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