La distancia entre Come Away with Me, su exitosísimo primer disco, y el último, The Fall, que durante todo este año presentó en vivo y como parte de cuya gira actuó en Buenos Aires, podría leerse como el viaje de Norah Jones entre dos ciudades. O, más bien, entre dos mundos estéticos: su Brooklyn natal y los suburbios de Fort Worth, en Texas, donde creció. Como la travesía desde cierto cosmopolitismo atravesado aunque más no fuera por el aroma a jazz de algunos acompañamientos de piano hasta el country sureño y sus desviaciones hacia cierto pop indie.
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