Cuando los primeros hippies y rockeros tocaban en La Cueva, se juntaban a desayunar en La Perla, mangaban monedas en Corrientes para comer entre todos un plato de ravioles en Pippo y tomaban anfetaminas que les daban los estudiantes, había un lugar que los acogía cuando ya no daban más y querían caer dormidos, solos o acompañados: el Hotel Dixon. El gallego Arturo los dejaba entrar, zapar y cambiarse de habitación, les ponía discos en el Winco del sistema de sonido y aunque no les fiaba, los aguantaba hasta las 4 de la tarde. ¿Qué fue de ese hotel? Nadie sabe.
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