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“Duerme, duerme, negrito” es una canción anónima que Atahualpa trajo, según contaba, de la frontera entre Venezuela y Colombia. Tuvo infinitas versiones: Zitarrosa, Viglietti, Víctor Jara, Mercedes Sosa, pero creo que ninguna versión es mejor o peor que las otras: esta canción es tan buena que se impone sobre su intérprete. Es, sencillamente, una canción perfecta, una canción de cuna, como el acto de dar la teta hecho canción; crea un lugar íntimo, privado, casi secreto de la madre o el padre con el niño, no necesita más.
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