Hubo épocas en las que Jorge Drexler, hombre de verbo meloso, lúcido y socarrón, dejó que prevaleciera el caballero tímido que le habita y se mostraba extrañamente poco comunicativo. Nada que ver ni con la gira anterior,
Cara B, ni con el momento actual. El trovador uruguayo y vecino de Chueca puso fin anoche a una exitosa serie de tres conciertos en el Coliseum impartiendo una clase magistral de empatía con su auditorio; mostrándose inteligente y cercano, seduciendo con esa sonrisa cómplice que no se le escapa de la boca en este periodo dulce de su vida.
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