El hombre de los sombreros extravagantes, cuya entrada en escena allá por los ‘90 fue avistada por muchos como el aterrizaje de un extraterrestre de una galaxia distinta a la de Ziggy Stardust, hoy puede ser asimilado por el público festivalero como un clásico del pop global. Y lo mismo sucede con la música de Jamiroquai, que alguna vez sonó a funk futurista del espacio exterior pero que, por más imágenes de planetas, naves y astronautas que se proyecten a espaldas de Jay Kay, en el presente se apoya en una orquesta experimentada y terrenal.
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