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Ana Belén fue la última superviviente del fenómeno de los “niños prodigio” de los años 60 y de Luis Lucía, aquel director de cine que, según los que trabajaron con él, trataba a sus pequeñas estrellas como si fueran ganado. Su primera película,
Zampo y yo no obtuvo el reconocimiento del público de la época y aquel primer fracaso en taquilla, fue el trampolín hacia todos sus posteriores éxitos. Quién sabe por dónde andaría hoy Ana de haber sido una niña-actriz-cantante de éxito como Joselito o Marisol.
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