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Contrariamente a lo que se dice, el tiempo no pasa igual para todos: para el rock, pasa mucho más rápido. Se sabe que el estilo de vida de un músico estándar, las noches eternas, el alcohol, las drogas, las groupies y el resto de los excesos, si no acaban triste y velozmente con la existencia (conocemos los lamentables casos de todos los integrantes del Club de los 27, por ejemplo), hacen estragos en los vulnerables cuerpos de quienes prefieren morir a parar con esa bola tan hedonista como peligrosa. Pero la mayoría sigue hasta las últimas consecuencias y, rehabilitación o retiro involuntario mediante, logran continuar felices (o no) con sus carreras artísticas durante décadas y décadas y más décadas. Leer nota
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