Llueve a cántaros sobre las sierras, sobre el pasto y sobre cada una de  las más de treinta mil cabezas y pares de manos en el predio del  aeroclub de Santa María de Punilla, mientras en el aire suenan los  acordes triunfales y melancólicos de 
Flaca. Ocurrió el milagro: Andrés  Calamaro está tocando en el Cosquín Rock luego de quince años de  ediciones del festival de rock más grande y federal del país, en una  noche hitera y radial como pocas, en compañía de su formidable  “cuadrilla”; es decir: Baltasar Comotto y Julián Kanevsky (guitarras),  Mariano Domínguez (bajo), Sergio Verdinelli (batería) y Germán Wiedemer  (teclas).
 Leer nota
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario