La última vez que Ray Bradbury pisó suelo argentino Menem, estaba sentado en el sillón de Rivadavia, la selección de fútbol se preparaba para enfrentar a Ecuador en su camino a la Copa del Mundo Francia 98 y los aeropuertos estaban a punto de ser privatizados. Fue el 26 de abril de 1997 y el autor de Crónicas marcianas recibió la bienvenida de un héroe, un astronauta ilustrado: dio charlas en la XIII Feria Internacional del Libro, fue designado Visitante Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en un acto de cuarenta y cinco minutos y, exultante, recorrió el Planetario luciendo sus gafas –gruesas y registradas– y un traje tan blanco como sus canas.Leer nota
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