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En mi última contratapa expresé mi enorme tristeza por lo que acababa de hacer la Legislatura de Córdoba: quitar el nombre de Agustín Tosco a una avenida, a pesar de que ese nombre había sido votado meses atrás por la totalidad de los representantes de la ciudad de Córdoba. De inmediato me llegaron una cantidad de adhesiones a mi propuesta de no llevar a cabo esa medida de la Legislatura y que esa calle ancha llevara siempre el nombre de ese cordobés modelo del pueblo: Agustín Tosco. Por supuesto, los primeros de esos apoyos fueron del padre de nuestros ferrocarriles, el ferroviario e historiador Juan Carlos Cena, y de docentes de la universidad neuquina, encabezados por Edgardo Datri. La mano abierta del coraje civil y la generosidad ciudadana.
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