La vi soportar y pelear y esperar y empujar y gritar y ayudar y volver a empezar sin pensar en sí misma, sino en los demás, los otros, los compañeros, las compañeras, nosotros, todos, los hijos y los hijos de los hijos.La vi entregar su corazón sin dobleces. Su mano sin miedo. Su solidaridad con alegría.
La vi construir día tras día sin detenerse, sin preguntarse, sin olvidar ni claudicar.Se parece a tu madre y a la mía. Su honestidad es única y brutal. Su ética un emblema. Su rebeldía, eterna e intransferible.
Su voz es llama y pájaro. Su puño en pie de guerra, pero guerra de amor que no se rinde y se derrama y multiplica y nos acuna a todos. Leer completo
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