Liliana Felipe está una vez más en
Argentina, esta vez para ponerles voz a los tangos de Discépolo, de quien, dice la compositora, admira no sólo su lírica, sino también su compromiso político explícito. Mientras intenta recuperar esa pronunciación que empezó a perder cuando se exilió en 1976 para hacerle honor al género que ahora visita, esta mujer de ojos de agua se mete con cuanto tema se tire sobre la mesa: aborto, narcotráfico, activismo gay, matrimonio; siempre que esté cerca su esposa, Jesusa Rodríguez, con quien se casó más de una vez, aunque sólo como un servicio para la comunidad.
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