viernes, 17 de junio de 2011

Joaquin Carbonell : Mi amigo Joaquin Sabina

Aquel domingo 9 de abril de 1978 para Joaquín Carbonell fue un día surrealista. A las tres de la tarde, justo cuando el cantautor, su guitarrista y el músico Iñaqui Fernández abandonaban Zaragoza rumbo a Madrid, donde esa noche darían un concierto, la mujer de Fernández llamó para avisar de que se había puesto de parto. De hecho, estaba tan de parto que no hubo tiempo ni para llevarla al hospital: el niño nació en la parte trasera del Seat 600 con el que el grupo intentaba trasladarla a la sala de Urgencias. Horas y kilómetros más tarde, los tres terminaban su actuación en el escenario de la Escuela de Ingenieros de Madrid. Fue entonces cuando un hombre de pinta rara, delgado, con barba y un acento andaluz muy cerrado, fue a saludarles. "No recuerdo si llevaba su típico sombrero negro. En esa época mucha gente se acercaba tras un concierto. Fue uno más", cuenta Carbonell. Sin embargo, respecto a los otros, ese uno más tenía un nombre y un talento que harían la historia de la música española: se llamaba Joaquín Sabina. Leer nota

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