El año estuvo signado por la muerte de Mercedes Sosa, cuya figura –quedó demostrado en la reacción popular ante la noticia del fallecimiento de la gran intérprete– representa en el imaginario colectivo no sólo la voz del género sino, también, un compromiso ideológico puesto en práctica a través de un repertorio, más allá de meras declamaciones de intención (esta última resulta, por cierto, una costumbre arraigada en la verba inflamada del ala “de izquierdas” del género). Leer nota
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