Fui feliz como sólo saben serlo
los niños y los tontos.
Yo –y a las pruebas me remito-
pertenezco sin duda a la segunda
de las categorías.
Pero he sido feliz y no me importan
las causas ni razones que me hicieron
apurar esos tragos de la vida. Amé.
Y sé que algunas veces, como un sueño,
me amaron y me abrieron
el corazón y las piernas
maravillosas mujeres de piel
y carne y hueso. Y os recuerdo.
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