![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaSmPUANpcgLv-bW_t1l4zeZ9yT7_OXPSB2v7SWqlWVeafzdevKCN0aX8kigf9qmRmffrbnY6iiIokxcXePlK-kQt2d4FqiT3DtbqyLNcw4ryx4zzU8BT6lL7ydDwpo7SXD7vodOixuiR9/s320/t216catupecuqm2.jpg)
Es la una de la tarde de esos días de otoño que ya no son otoño. La gente pasea en remeras de manga corta, bermudas e imprescindibles anteojos de sol. Periodista y jefa de prensa del artista esperan, en vano, en la puerta de Clarín por Fernando Ruiz Díaz -líder, cantante y compositor de Catupecu Machu, tal vez la última bocanada de aire fresco del rock argentino masivo de fin del siglo pasado hasta acá-. Fernando no llega y la situación se pasa a una hora más tarde. Cuando aparece, pide perdón, pero no da excusas: "Viste cómo son las tardanzas. Llegás tarde y llegás tarde. ¿Qué te voy a explicar?". Deja su auto perfectamente mal estacionado y le pide al de seguridad: "Tratá de que no me lo lleven, si hay que pagar una multa, todo bien".
Leer nota
No hay comentarios:
Publicar un comentario