Eran los primeros días de julio de 1968, y también mi primer viaje periodístico fuera de la Argentina (como ya he contado en algún libro). La experiencia resultó el sueño del pibe, al menos para mí. Convivir durante días con Pablo Neruda, conocer a Salvador Allende, acompañarlo una noche al teatro y pasar un día, de la mañana a la noche, con Nicanor Parra en su casa de La Reina, en la calle Macul, en los cerros de Santiago, representó una experiencia periodística, pero sobre todo vital e inigualable, y aún guardo fulgores que me acompañan cuatro décadas más tarde. Chispas de vida que guardo desde entonces. Leer nota
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