miércoles, 23 de diciembre de 2009

Joaquin Sabina

Pongamos que habla del mítico Joaquín
Lejos del Voltaire;
en una silla gastada y con rueditas.
El perdedor en su universo
Aunque desea ser feliz,
Y aún hay quien dice que está cuerdo…
Pongamos que hablo… de Joaquín.
Luis Eduardo Aute, “Pongamos que hablo de Joaquín”

Esta silla está lejos de ser el sillón Voltaire que Alfredo Bryce Echenique le prestó a Martín Romaña para que relatara su vida exagerada. Es una silla simple, de oficinista. ¡Pero ojo!, es una silla de oficinista pero yo no soy oficinista, sino un navegante al que se le da por escribir. La silla (negra, gastada y con rueditas) es lo que hay; ya me hubiera gustado depositar las nalgas en el sillón Voltaire en el que Bryce –¡maldito, Bryce!– ajusta su traste, pero… Pasa que no se me ocurrió un argumento lo suficientemente bueno como para llamarlo y decirle: “Oye, Bryce –maldito Bryce–, ¿me prestas tu preciosísimo sillón Voltaire en el que acomodas tu culo para que yo acomode el mío y me ponga a escribir una locura acerca de tu compadre Sabina? Leer nota

No hay comentarios:

Publicar un comentario