Ni tú ni yo fuimos nunca como ellos.
Nuestras almas sabían de los lunes,
del precio de la ira,
y de esa libertad que nunca conocimos.
Sabíamos de viejas dictaduras,
del silencio en la calle y en la cama
y de los besos sucios.
Y de las noches tristes, los domingos
sin cines, de las tardes
de fútbol como única esperanza.
Completo aquí.
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