![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuLvSr3dU0Gk0CKQAPhOVtR_DfGQcAdhhHbQtSjwqKCGbQOYKNIQUUko2cP310CpsMmVxE7FUVx6INoOOUvRQqA-ixrPlcwKeSDnP-Wg6txJV8fr4S7xNCNKxtz9X833ke6Bjz6PeRBRDI/s320/cye_100.jpg)
No es conocido públicamente pero tiene la marca del dolor que le provocaron los asesinos con botas: Rafael Beláustegui, nacido en 1927, es abogado, escritor y un apasionado de la náutica. La dictadura le produjo un desgarro emocional que no cede: tiene tres hijos desaparecidos. En plena época del terrorismo de Estado, Beláustegui tenía que tomar un avión para ir a Córdoba y, casualmente, a la aeronave subió nada menos que Emilio Eduardo Massera. Beláustegui no lo conocía pero no se pudo contener, se sentó a su lado y le dijo: “Disculpe que lo moleste, pero es una oportunidad para mí que no puedo dejar pasar. Yo soy padre de chicos desaparecidos y quizás usted me pueda decir algo”. Leer nota
No hay comentarios:
Publicar un comentario