sábado, 21 de noviembre de 2009

Vendedores de historias

Con lo que una pareja gasta para ir al cine en la trasnoche del sábado, hoy alcanza para comprar la colección completa de cinco directores de culto en cualquier veredita de Buenos Aires. Y las cuentas también cierran para pagar medio mes de la banda ancha que abre las puertas a la descarga de unos estrenos que tal vez nunca lleguen a nuestras salas. Piratería, tecnología y billeteras que adelgazan por la crisis, son un combo letal al que sólo se opone el amor a la experiencia de sala, el estoicismo de encarar la compra de originales y las ganas de invitar a alguien al cine. ¿Alcanza para salvar un mercado que empieza a perder como en la guerra? Leer nota

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