jueves, 25 de marzo de 2010

Christopher Walken

Siempre me negué a hacer papeles vulgares
Aunque no se considera a sí mismo un actor sino un bailarín, su rostro siniestro, con sonrisa de tiburón, ha brillado en más de un centenar de películas, desde El francotirador y Annie Hall hasta Tiempos violentos y Escape salvaje. Al verlo sentado en un sombrío rincón de una suite de hotel en Marruecos, es difícil decir dónde termina el Christopher Walken real y dónde comienza el personaje de la pantalla, y hoy él parece haberse propuesto borrar los límites deliberadamente. Afuera, el sol está en llamas. Adentro, Walken, blanco como la leche, lobuno, con ojos azules inescrutables y una sonrisa de labios abiertos que revela un par de incisivos casi de tiburón, parece no tener sangre, como una criatura vampírica cuya piel no ha sentido el sol en años. Leer nota

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