lunes, 25 de octubre de 2010

Miguel Hernandez : La revolución, la poesía y la muerte

Orihuela no es una aldea. Es una ciudad en la que la casa de su ilustre hijo Miguel Hernández se conserva tal vez tal cual era, no lejos del centro. Una autopista une el pueblo con Alicante, en la costa azul del Mediterráneo. Y en un auto que recorría esa autopista, tres visitantes ilustrados discutían un tema acaso algo trivial, hace de esto un año. Roberto Alifano sostenía que Miguel Hernández mal puede ser recordado como aquél “pastor de Orihuela”, ya que era el hijo de un propietario medianamente acomodado. Antonio Requeni, que esa misma noche daría una conferencia brillante sobre Hernández en el casino de Orihuela, se negaba a admitirlo. Leer nota

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