La carrera de Gilberto Gil comenzó en la década
de 1950 cuando era un niño, tocando el acordeón inspirado por Luiz Gonzaga, la
música de la radio y las procesiones en la puerta de su casa: en el interior del
Nordeste brasileño, el sonido que exploraba era el del campo.
Hasta que surgió João Gilberto, su guitarra, la
bossa nova, y también Dorival
Caymmi, con sus canciones de playa y su universo costero, tan diferente al
rural. Al verse influenciado, Gil deja de lado el acordeón, adopta la guitarra
acústica, y en seguida la eléctrica, la cual acoge las armonías particulares de
su obra hasta el día de hoy, con una musicalidad que adoptó formas rítmicas y
melódicas muy personales. Leer nota
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