Sabina volvió en una cita que sedujo y conquistó De regreso, Joaquín. Así debería llamarse esta gira, en la que Joaquín Sabina vuelve. ¿De dónde? algunos dirán que de un infierno de excesos, él sin embargo siempre se encargó de describir sus noches tóxicas como un paraíso inspirador de canciones. Pero desde que se dio cuenta de que prefiere ser un cantante vivo antes que un eterno bohemio de bar, bajó su intensidad. De esa calma nace Vinagre y rosas, el disco escrito mano a mano con Benjamín Prado, que nació en Praga y anoche cobró vida en el Chateau Carreras. La última cita con los cordobeses fue en 2007, cuando llegó con otro español predilecto en estas tierras, Joan Manuel Serrat, para sellar un pacto de amigos. Anoche, el pacto fue con el público, que no quiso perderse los clásicos y nuevas canciones del trovador de Úbeda. Leer nota
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