El burlador
Todo lo que fuese de Chico Buarque, cualquier cosa firmada por él, la censura lo prohibía. Sin dar justificaciones, en actos que no permitían recursos o contestación judicial.
Chico fingió que había muerto. Pero maquinaba una venganza terrible que humillaría por el humor, que gambetearía el autoritarismo y la represión con talento y picardía. Comenzaba a nacer Julinho da Adelaide, el nuevo gran nombre de la música brasilera, uno de los pocos rayos de sol en las noches silenciosas de 1974. Leer nota
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