viernes, 7 de enero de 2011

Un libro sobre el rock barrial… y mucho más

El mito del origen, materia prima con mucha levadura para amasar ficciones, tiene un filo encantador. Un adolescente de 13 años del sudoeste del conurbano bonaerense, que patea tímidamente las calles de Villa Celina, presencia un ritual fascinante. No entiende los códigos de esos muchachos más grandes, “la famosa negrada de la Pastoral Villera” liderada por el padre Fernando, a quien llaman “el Racu”. El curita que espanta a las “doñas Rosas” de Celina con su pinta de joven de pelo largo zaparrastroso agita a una veintena de personas en el patio de una parroquia. Por su garganta avanzan, eufóricas, las primeras estrofas de un himno: “Loooos muchachoooos peroniiiistaaaaas…”. La letra se reproduce a todo volumen, de boca en boca. Los brazos se levantan. Las manos, también. Los dedos infantiles de ese adolescente, perdidos en el medio de aquel pogo, hicieron la V por primera vez. Leer nota

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