Todos mis discos son un pensamiento dolido y gozoso sobre el paso del tiempo...”. Cuando lo dice, tritura cada palabra como si fuesen algo material, Liliana Herrero mira por los enormes ventanales de su departamento, muy cerca del legendario bar Británico y del Parque Lezama. En el living, juguetea su gata y trepan altos los estantes con cientos de libros, discos y fotos.
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