Es notoria “la hazaña” de Anders Behring Breivik, que segó 76 vidas en Noruega y creó, además de muerte, una consternación asombrada en todo Occidente. ¿Cómo es posible que un “noruego de pies a cabeza” –así lo describió la policía–, blanco, católico, cometa dos atentados terroristas, además largamente urdidos? ¿El gobierno de Oslo está tan ocupado en las guerras de Irak y Afganistán que no vigila su propia retaguardia? Estas y otras preguntas recorren el mundo y las respuestas no son fáciles.
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