Existieron bandas, en la vasta historia del rock mundial, que conjugan sabiamente todos los calificativos necesarios como para convertirse en “extraordinarias”. Irrepetibles, en todo el sentido etimológico de la palabra. Léase, fuera de lo ordinario. En una suerte de Olimpo del Rock, sólo un puñado de esos dioses logró detentar esos lugares celestiales. Casi sin detractores y designados por unanimidad, el rock se definía por los magníficos Beatles, los grandiosos Rolling Stones y el rock sinfónico o progresivo de Pink Floyd. Leer nota
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