Pienso que hay cierta animalidad en este oficio. Un día vi una película en el cine de mi pueblo y me habrá pasado algo parecido a los pastorcillos de Fátima o de Lourdes cuando vieron a la Virgen: quedé fascinado. Yo creía que los indios que veía eran de verdad, al igual que todo lo que les pasaba. Fue tan fuerte esa sensación, que me desmayé. Por eso después de cincuenta años en este negocio, para mí lo más importante sigue siendo el juego de hacer creer a otro que soy lo que no soy. Por encima de todo es un juego, nada más ni menos que eso. Pero el gran riesgo es que no te crean y que hagas el ridículo. Leer nota
miércoles, 14 de septiembre de 2011
José Sacristán, jugando siempre a ser otro
El actor nace con la necesidad de hacer creer.
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