Como en la canción de Sabina, el diario no hablaba de nosotros. Y pudiera parecer que los ultracuerpos subidos a estrados tampoco. Leían su guión ya conocido, trastabillándose y sobreactuando ante un auditorio presa de los bostezos. Como en los teatros en los que los ataques de tos rompen la trama y el sueño del actor, las promesas de los políticos quiebran el sueño del ciudadano, que ya no quiere salvadores sino futuro que cristalice en las manos, tendidas a la lluvia, como los plátanos pelados de los bulevares. Crónica
aquí.
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