Allá en los ochenta, Alberto Ure escribió los textos más lúcidos sobre Alberto Olmedo. Lo consideraba "el mejor actor argentino", y en esa época proponer algo semejante significaba mojarle la oreja a más de uno. Ure destacaba de Olmedo la potencia que tenía en las improvisaciones, en el manejo de la comicidad, y en su destreza para barajar lo repentino y volverlo extraordinario. El actor se llevaba por encima al guionista sin olvidar, en ese vuelo, a su compañero de escena. Leer nota
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