lunes, 26 de octubre de 2009

Miles Davis

París rinde homenaje al genio mutante de Miles Davis
En 1949, con 23 años, un casi juvenil Miles Davis salió por primera vez en su vida de Estados Unidos y viajó a París junto a su maestro de entonces, Charlie Parker. En aquel primer viaje vivió una aventura con Juliette Gréco, conoció a Boris Vian y las cavernas existencialistas de Saint-Germain-des-Prés y fue recibido y considerado, también por primera vez en su vida, como un verdadero artista y no como un trompetista de variedades. Siete años después volvió y en una sola noche grabó la inquietante banda sonora de la película Ascensor para el cadalso, de Louis Malle. En julio de 1991, viejo, cansado y enfermo, pocos meses antes de morir, regresó de nuevo a la ciudad que había visitado tantas veces para ofrecer un concierto al aire libre en el que, por primera vez en su carrera profesional de incansable innovador, incluía temas del pasado y se ayudaba de amigos-músicos de otras épocas. Más que un concierto, aquello fue un testamento sonoro del más conocido músico de jazz del siglo pasado. Leer nota

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