
Necesitaba poco para vivir; era altísimo, cerca de dos metros, y flaco, y tenía cara de niño, casi hasta el final (febrero de 1984) la tuvo. Carlos Fuentes contó esta semana en Madrid (en el ciclo de la cátedra Cortázar, de la Universidad mexicana de Guadalajara) que cuando ambos eran muy jóvenes fue a visitar por primera vez a Julio, y le preguntó al muchacho que salió a abrirle: "Muchacho, ¿está tu padre?". Leer nota.
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