Cuando parecía que los piratas esa excusa de Hollywood para no culpar a la falta de ideas por los fracasos de la taquilla eran imparables, una vieja idea con nueva tecnología revirtió la situación: el viejo y querido sistema de anteojitos 3D desembarcó como el artilugio salvador. La historia del cine había visto muchas veces este tipo de renacimientos: en 1928, fue el sonido; en 1935, el Technicolor tricromático. En todo caso, las gafas bicolores eran la hermanita pobre que nunca había pasado de ser un aditamento a filmes de horror o monstruos en los optimistas y represivos 50. Leer nota
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