“Nosotras éramos unas tontas, por la generación a la que pertenezco y mi nivel social, lo que queríamos tener era un tapado de piel y viajar alguna vez a Europa”, sentencia ahora Estela Carlotto, que recuerda haber mirado con admiración (y un poco de aburrimiento) las diapositivas que algunas de sus amigas mostraban luego de haber conseguido el trofeo de cruzar el océano. Ella, en su luna de miel, conoció Mar del Plata.
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