Es probable que a los “tropicalistas” el Luna Park una noche de invierno como la del miércoles les resultase un poco fresco; de hecho, Caetano Veloso entró al escenario con campera negra y suéter al tono y no se quitó una prenda durante todo el recital, aunque Gilberto Gil, de camisa, no se privó de sus idiosincráticas sandalias.
El atuendo se mostró adecuado no sólo con la temperatura de la sala, sino con la propia idea del show. No fue el show al que los brasileños nos tienen acostumbrados; ni en la vestimenta, ni en la escenografía, ni en la orquestación. Tan sólo los dos músicos, cada uno con su guitarra, más un fondo de banderas, reales e imaginarias. No parece lo que podría calificarse de “gira”, sino simplemente un viaje para tocar juntos una treintena de canciones. Leer nota
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