No sé por qué me pasa. Será porque estoy viejo,
pero prefiero ahora el frescor de un gintonic
al calor de unos cuerpos que ya no me acarician.
Y una tarde perdida viendo pasar las nubes
a una madrugada de incierta pasión loca.
Será que pasa el tiempo, pero he de confesarte
que me prefiero una charla sobre libros o cine
a promesas de amor que no puedes decirme,
y, si puedo elegir, me quedo con la risa
de una mujer extraña que me mira en el metro.
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