Para Phillippe Ménard, conocer una ciudad es sobre todo conocer su hielo. Una tarde, durante su intervención en el XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, se sube a un taxi amarillo y le indica al conductor una dirección en lo profundo de Suba, un barrio mestizo en el borde de la ciudad. El destino es una fábrica de hielo, la primera y la última que visitará en Colombia, y en ese acto privado agrega una nueva fábrica a la lista de las que ya conoció en países del mundo entero: México, Finlandia, Brasil, Argentina, Japón.
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