No sólo de libros vive la Feria del Libro, claro. En esta edición, las artes plásticas se han instalado y se muestran en esta vidriera cultural.
Y uno se las encuentra por todas partes. Por ejemplo en la sala Julio Cortázar. Uno entra a un acto, a este, por ejemplo, donde una mujer cuenta historias en un clima intimista, hace mohines con la cara para darle énfasis a la escena que relata.
Tomando un poco de distancia el oído queda en un segundo plano y los colores de los óleos empiezan a cobrar protagonismo. Tienen esa mezcla de brillante sin estridencias y de presencia sin imposición. Así son "Los puentes", de Josefina Arrighi, que en sus trazos delinean caminos que experimentan y provocan desde las blancas paredes con su forma y textura. Al final del relato todos se van levantando de sus asientos y como hormiguitas enfilan hacia la puerta. Una señora pide que la esperen un momento, que quiere ver algo y cuando nadie de seguridad está mirando, entre tímida y traviesa toca los óleos de a uno para observar y palpar de cerca la luz y la intensidad de los cuadros. Leer nota
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