Murió Sabato. Es un día gris, lluvioso, plomizo, clima típico en su literatura. El tiempo se inspiró en sus novelas. Va a ser muy difícil estar sin él, al menos para mí, aunque viejito y débil, estaba vivo en su rincón en el mundo, en Santos Lugares. El silencio que envolvía a su nombre y obra se levanta, y su figura sale desde las tinieblas del olvido por obra y arte de la necrofilia, del morbo habitual. Nota completa
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