Hicimos un recital que se fraguó porque, en ese momento, a mediados de los ‘ 80, se armaba quilombo entre punks, skaters, heavys. No hicimos ese recital y el dueño del boliche nos ”pagó” con horas en un estudio de Ramos Mejía. Grabamos seis temas y un productor, Chucho Fasanelli, trasformó ese demo en un disco que hoy es objeto de culto y vale cientos de dólares. Leer nota
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